
Pero con todo, las sorpresas no acaban. La guinda del Programa de Carnaval es, nada más y nada menos, que la actuación de un “triunfito”, un interprete salido de la factoría de Operación Triunfo. Y que coste que no tenemos nada personal con el cantante, sino con la incoherencia “elevada a la máxima potencia” que representa su participación en una fiesta popular. Convertimos una fiesta que está hecha para participar, para que el protagonismo lo tenga la gente y la ciudadanía, en un espectáculo pasivo donde hay que admirar a un showman, entronizado por los medio de comunicación.
Hace unos años, cuando TVE estaba manejada por el Gobierno Aznar, la izquierda de este país, incluido al PSOE (aunque cada vez nos asaltan más las dudas al utilizar este calificativo para esta formación), valoraba OT como una especie de altar del merchandising neoliberal y mercantilista del PP, que proyectaba una imagen prostituida de la juventud. Una exaltación del sueño norteamericano del triunfo. Un glamour artificial chirriante con la precariedad del empleo juvenil que vive este país, con la imposibilidad de que los jóvenes accedan a una vivienda libre y se emancipen de sus padres. Una burla a tantos jóvenes -estudiantes, trabajadores, parados-, que lejos de los focos y de la añagaza de los plató televisivos, se abren un sitio con su esfuerzo anónimo en una sociedad hipócrita que aplaza su protagonismo generacional, les cierra el camino a empleos para los que están sobradamente preparados, e incluso aprovecha su preparación permitiendo contratos basura a cambio de jornadas de trabajo “flexibles” –léase superiores a la legalmente establecida- con salarios irrisorios.
Después de todo aquello, a nuestra Concejalía de Cultura, lo único que se le ocurre para animar a los jóvenes a tomar parte en el Carnaval es un concierto de un “triunfito”. Es decir, aprovechar el tirón mediático, creado por el PP y los intereses de la prensa rosa, en torno a los personajes de este programa televisivo para atraer a los jóvenes. Total una claudicación. Una manera de admitir que se les han acabado las ideas para mantener una fiesta popular. Popular no tiene nada que ver con el populismo y la demagogia.
Y ahí estamos, pagando impuestos para que un “triunfito” nos anime a los/as chicos/as, mientras el Ayuntamiento, en estos cuatro años, no ha puesto ni un euro para la creación de un espacio alternativo sin alcohol para los menores de 18 años. No ha dotado de locales a asociaciones juveniles –Casa de la Juventud- para que desarrollen sus actividades. No ha impulsado la formación profesional ocupacional para los jóvenes que abandonan el sistema educativo. No ha creado el Consejo de la Juventud.
Tendremos que hacer caso al programa de Carnaval cuando dice “…Carnaval… nos permite adoptar por un breve y efímero tiempo la encarnadura de quien no pudimos ser, o de quien hubiéramos querido haber sido…” No nos cabe ninguna duda, con el Programa de Carnaval el Equipo de Gobierno se desnuda, y nos muestra a los miajadeños que, en lugar de estar gobernados por un partido de izquierda, estamos ante el más rancio conservadurismo populista que, además, amenaza con perpetuarse, por que ¿no tienen nada que decir las Juventudes Socialista ante tamaña incoherencia? ¿Tragan sin rechistar este pan y circo carnavalero que se avecina? ¿Son esos los valores que hay que transmitir a los jóvenes?
Esperamos que al año que viene éstos no vuelvan por Carnaval. Ya hemos tenido bastante.
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